08 de Agosto del 2024
El martes 11 de diciembre de 2018, el hombre, cuya identidad es reservada, bajó de su camioneta, escuchó dos palabras, “ven acá”. Ese fue el inicio de su cautiverio en el que lo golpearon, intentaron cortarle un dedo dos veces, lo sangraron, lo amenazaron. Fue secuestrado un mes.
Ese día como a las seis de la tarde, salió de su domicilio, se dirigió a un Oxxo entre Pachuca y Mineral de la Reforma, iba a realizar un retiro de dinero por lo que se llevó su credencial de elector, tarjeta de débito y su celular.
Al llegar se detuvo, apagó su camioneta, abrió, bajó y cerró la puerta, momento en que escuchó una voz masculina que le dijo “ven acá, ven acá” e inmediatamente volteó hacia su espalda.
Se percató que se estacionó del lado de atrás una camioneta, la cual era conducida por dos individuos, el copiloto se bajó de ella con un arma de fuego en la mano derecha y que le gritó “ven acá, ven acá”.
El hombre corrió enseguida hacia la entrada de un fraccionamiento cercano, gritó “auxilio, auxilio, auxilio, ayúdenme” pero se resbaló. Los sujetos llegaron hasta él y sintió jalones, incluso le arrancaron su cadena, una chamarra color azul, lo jalaron del cuello, lo golpearon entre tres y cuatro sujetos y le dieron “cachazos” con el arma en la cabeza.
Lo subieron a una camioneta en la parte de atrás, acostado, lo iban ahorcando y le gritaban “ya cállate hijo de la chingada y cállate porque aquí te mueres y cállate porque aquí te truena el cohete”.
Lo llevaron a una casa y cerraron el portón, lo bajaron, la persona que lo llevaba ahorcando nunca lo dejó de golpear, ni de apretar el cuello. Lo aventaron al piso, lo empezaron a golpear, a vendar y a encintar, le pusieron esposas, le quitaron el cinturón y lo le dieron de patadas. Le empezaron a preguntar si tenía familiares en la policía, le gritaron: “y dinos hijo de la chingada si tienes familia en la policía, ya te cargó la chingada”.
Al día siguiente, 12 de diciembre, le pidieron el teléfono de sus familiares, al momento sólo recordó el de su hermano, ya que estaba muy lastimado y débil. Le dijeron que lo habían estado vigilando desde el domingo.
Pasó un día más, el hombre trató de no perder la noción del tiempo, sus secuestradores lo golpeaban, una ocasión fue con un mazo en las costillas e intentaron cortarle un dedo. Para el sábado llegaron otras personas y le pegaron con una maceta en las costillas; sus captores pedían más números de familiares, le decían que en el que les había dado ya no contestaban.
Ese mismo sábado les dio el número de teléfono de su casa. Los secuestradores llamaron a sus padres, dijeron que eran del Cártel Jalisco Nueva Generación y pedían 15 millones de pesos para liberarlo o lo entregarían en pedazos.
Por la noche un sujeto volvió a entrar al cuarto y le dio más golpes, más patadas en la cama y volvió a querer cortarle un dedo con un cuchillo de segueta, no lo logró por el forcejeo y se salió. El domingo llegaron otros tipos, ya no lo golpearon sólo le decían “tranquilo, aguanta, ya te vas a ir nada más no te pongas pendejo”.
Para el 20 de diciembre trataba de hacer un esfuerzo por no perder la noción del tiempo, quienes lo tenían en cautiverio entraron al cuarto y le dijeron “cálmate, ya te vas a ir, no te pongas pendejo porque sino aquí te mueres” y le apuntaron con dos armas de fuego.
Lo empezaron a desatar de la cama, lo ayudaron a ponerse el pantalón, se percataron que estuvieran bien puestas las esposas y lo encaminaron a la salida, lo subieron con cobijas a la cajuela de un auto Jetta. Le pasaron las esposas otra vez para atrás, le ataron los pies y le echaron cobijas encima, cerraron la cajuela y salieron del domicilio.
Lo llevaron a otro lugar. El que lo recibió le dijo “estate tranquilo y ya no te va pasar nada, aquí vas a estar bien”. Lo metieron a un cuarto porque sintió cemento áspero, lo tiraron al suelo, lo volvieron amarrar de pies, le quitaron la venda ensangrentada porque se la iban despegando. Le colocaron una venda nueva y más cinta en los pies, en las rodillas, las esposas en la parte de atrás y lo pusieron sobre unas colchonetas.
Ahí estuvo desde el 20 de diciembre hasta el día de su liberación, sólo lo cuidaba una persona que le daba de comer y le decía “que no se pusiera pendejo porque le hablaba a los comandos y lo emplayaban”.
Por la noche del 10 de enero de 2019 entraron al cuarto tres sujetos y escuchó cómo cortaron cartuchos de las armas y le dijeron “haber párate hijo de la chingada” y lo sacaron caminando. Lo subieron entre dos tipos a una camioneta, iba en medio de ellos, encañonado.
Lo dejaron en la orilla de una autopista en donde había una terminal de autobuses, le metieron 400 pesos en la bolsa y le dijeron: “te vas a bajar y donde voltees tantito aquí te matamos”.
Entró a la terminal, preguntó que dónde estaba, le dijeron, abordó un autobús, llegó como a las 12:30 de la noche a Pachuca. Tomó un taxi que lo llevó donde lo interceptaron sus familiares. Estuvo 30 días secuestrado. Las autoridades sólo detuvieron a una persona que fue sentenciada a 70 años de prisión.