¿Quién puede ser Juez?: No basta conocer las leyes

23 de Diciembre del 2024

¿Quién puede ser Juez?: No basta conocer las leyes

Las personas juzgadoras son quienes aplican el Derecho a las personas, sobre su libertad, posesiones, patrimonio, incluso sobre su familia; durante esta función, apunta Tolnay, los jueces llegan a crear o derogar el Derecho. Y es que parece tarea fácil escuchar un problema y decidir quién tiene la razón, pero si al dilema de escuchar y decidir sumamos que esos problemas provienen de un país con más de 100 millones de personas, plagado de desigualdad, inseguridad, pobreza y falta de oportunidades, la tarea se vuelve más complicada.

Tratamos de ejemplificarlo: en Youtube hay un video, que ojalá el lector pudiera reproducir, si vimos el video antes de seguir estas líneas, podremos ver que el cerebro humano no es una cámara de video, pone atención a algunas cosas y a otras no, incluso en ese proceso de memorizar comete errores. Imagine usted que una persona asegura que alguien vestido de rojo cometió el asesinato, pero el acusado iba de naranja, en el lugar no había luz, se le encontró un cuchillo pero sin sangre y no había huellas en el lugar, ¿usted condenaría a pasar años en prisión a esa persona?

Whitman explica los orígenes de la duda razonable con un fondo teológico: hace siglos, los jueces/jurados tenían tanto miedo de condenar a un inocente y que su alma ardiera en el infierno, que se les permitía absolver a un acusado si tenían una duda razonable. Y es que desde hace siglos se entendió que la tarea no es nada sencilla y hoy debería reforzarse dicha premisa: quien aspire a ser juez o jueza debería saberlo, se necesita valentía para verdaderamente ser juez, no es cosa sencilla decirle a alguien con familia, con vecinos, con trabajo o incluso alguien sin todo ello, que su vida está reducida a estar encerrado contra su voluntad en un lugar en condiciones precarias.

Y hablando de valentía, mucho se dice de cuando un juez exonera a alguien, los medios suelen ser expertos en comunicar esas decisiones. No hace mucho se hizo viral una absolución de un juez del Estado de México, se publicó un fragmento de su fallo en el cual se explicaba que una niña de 4 años no pudo decir circunstancias de modo, tiempo y lugar del ataque sexual. Esto provocó indignación. Y claro, una decisión así debe causar indignación pero, si profundizamos en el tema, esa no fue la razón para absolver al acusado, sino que, al no poder por su edad, indicar la niña fechas y horas de los hechos, tenemos que acudir a los adultos, quienes señalaron que el ataque fue en determinado día y hora en la que resulta que el acusado estaba en un centro comercial, su defensa presentó tickets de compra, testigos y videos; el fiscal no se preocupó en investigar nada. La mayoría de las veces, juezas y jueces cargan en sus manos el peso del mal trabajo de las fiscalías. Claro, el juez, en mi opinión, pudo comunicar el fallo mejor, para ser juez hay que saber comunicar y tener mucha, mucha paciencia.

Las decisiones de un juez o jueza pueden ser impopulares. Supongamos que mañana a una persona pública se le condena en medios, pero las pruebas revelan sin duda que es inocente, la sentencia no se dicta a mano alzada, sino conforme a las pruebas, hay que ser muy, muy valiente para tomar la decisión justa, incluso contra las mayorías, sino, no es justicia.

Antes, lo único que se exigía a un juez era que supiera del mejor modo la ley y lo demás se daría por añadidura. Visto así, parece fácil, leamos cuantas leyes podamos, tratemos de memorizar, hagamos cuadros sinópticos y ¡listo! Cualquiera con suficiente orden podría ser juez o jueza. Pero, tan sólo en la página oficial del Congreso de la Ciudad de México aparecen 178 leyes consultables, habría que sumar las de otros 31 estados de la república y las leyes expedidas por el Congreso de la Unión, ah, y también los tratados internacionales de los que nuestro país es parte. Sistematizarlas e interpretarlas tampoco es tarea fácil. 

Vamos con otro ejemplo: en el 2009, la Ley de Salud de Baja California, en su artículo 147, señalaba que niñas y niños con discapacidad que fueran “dependientes” no podían acceder al servicio de guarderías. Bajo la idea de que el juez sólo aplica la ley, si un niño o niña acudiera ante un juez a reclamar la negativa de admisión en una guardería, la tarea sería fácil: se niega, pero suena injusto ¿no es así? Y el juez o jueza no podría decir “como me parece injusto, inscribiré al niño”, porque eso sería arbitrario, mañana el juez podría usar la frase “me parece injusto” para hacer lo que le plazca. 

¿Qué se debe hacer? La persona juzgadora debe conocer la Constitución Mexicana, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad  y la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para apreciar que esa ley es discriminatoria y así, explicando a detalle, inaplicarla y permitir que al niño se le inscriba. Esa tarea es tan difícil, que tuvo que llegar al Máximo Tribunal para ser resuelta. Entonces, quien verdaderamente aspire a ser un buen juez o jueza, no debe saber sólo de leyes, debe ser experto en interpretación, experto en Derecho, con una amplia formación y un amplio criterio. 

Ser juez o jueza no es como cualquier cargo en la administración pública, donde se checa a las 9 de la mañana y se sale a las 5 de la tarde. implica sacrificar cumpleaños propios y de familiares o cercanos, jornadas que empiezan, a veces, a las 7 de la mañana y terminan por la madrugada, se debe poner atención a más asuntos de los que quisiera uno contar, todo al mismo tiempo; implica que, en ocasiones, después de horas de trabajo, justo al llegar a casa, suena el teléfono por algo urgente o se tiene que cancelar una cena de aniversario; por si fuera poco, uno debe ser siempre cortés, educado y formal con las personas, como si uno no fuera un ser humano, por si fuera poco, hay que lidiar con la conciencia de la consecuencia de las decisiones.

Para ser un verdadero juez se necesita vocación, mucha vocación. Además de todo, decidir sobre bienes tan preciados requiere honestidad, compromiso, probidad, si una persona aspira a riqueza, que desista de ser juez porque no es el camino. Pero sobre todo, se requiere empatía, mucha, la gente llega a un juzgado nunca por gusto, sino por una muy penosa necesidad. 

Entonces para ser juez se requiere valentía, esfuerzo, dedicación, vocación, profesionalización, compromiso, conocimiento de leyes, capacidad de comunicación, empatía y otras. Esas cualidades las puede tener cualquier persona, pero no surgen de la nada ni por popularidad.

Estimado lector, estimada lectora, la reforma judicial, polémica o no, jurídicamente es una realidad, por el bien de nuestro país, reflexionen profundamente a quién le darán su voto para ejercer tremendo cargo, la estabilidad del país está en juego.

 

SEMBLANZA

José Daniel Montaño Olvera

Licenciado en Derecho y maestro en Derecho Penal y Ciencias Penales, egresado de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), titulado con el proyecto terminal “El contraexamen de testigos y peritos en la audiencia de debate”.  Maestro en Derecho Procesal Penal Acusatorio por el Instituto de Profesionalización e Investigaciones Jurídicas del Poder Judicial del Estado de Hidalgo. 

Se ha desempeñado como abogado postulante, docente de posgrado y capacitador.  También como secretario de Estudio y Cuenta en las Salas de Segunda Instancia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Hidalgo, así como juez del Sistema Penal Acusatorio, con funciones de juez de Control y Tribunal de Enjuiciamiento, actualmente en funciones de juez de Control en el Distrito Judicial de Pachuca.




José Daniel Montaño Olvera
Comparte esto:

Categorías: Jurídica

Tags: Reforma al Poder Judicial, Video viglancia, Daniel Montaño, Exclusiva PlétoraLex