09 de Septiembre del 2025
No había la costumbre de cenar el 24 de diciembre, la gente acudía a la Calenda del niño Dios y más tarde, luego de comer en la calle turrones y vendimias a la misa de Gallo en la soledad, así también debió ser José de la cruz Díaz, con su esposa y sus hijos, que eran todos muy pequeños, con excepción de Desideria, el más chiquito acababa de cumplir tres meses en la ciudad. Por esos tiempos, la vida era monótona y lechosa centrada, sobre todo en las familias más íntimas sin visitas de ningún género.
El ambiente de un mesón era distinto, los arrieros iban y venían, entraban y salían, estaban siempre en movimiento con sus animales noche y día entre gritos y lamentaciones en ese ambiente. Dios sería tan singular. Empezó a crecer José de la Cruz, o como lo comenzaron a llamar sus padres Porfirio, había sido concebido a mediados del siglo de 1829 en el momento en que el general Vicente Guerrero fue depuesto de la presidencia de la República.
Su madre pasó todo su embarazo en el país en guerra, de hecho, no conocería desde entonces otra cosa que la guerra entre centralistas y federalistas, guerra entre mexicanos y norteamericanos, guerra entre liberales y conservadores, guerra entre republicanos y monarquistas, guerra entre porfiristas y lerdistas y guerra más tarde entre porfiristas.
La guerra habría de durar una mitad del siglo hasta el triunfo de la rebelión de Tuxtepec, cuando comenzó el régimen que sería encabezado por el niño entonces ya general y presi dente, y luego dictador que acababa de nacer en el mesón contiguo al templo de la soledad…
Continuará...