10 de Diciembre del 2025
La protección jurídica de los animales, en particular de los perros o llamados lomitos, ha adquirido una creciente relevancia en los sistemas legislativos contemporáneos, debido al reconocimiento progresivo de su carácter como seres sintientes y sujetos de protección especial y compañeros de vida de los seres humanos. Todo ello ha traído consigo la regulación en ordenamientos jurídicos, incluidos varios estados de la República Mexicana que han incorporado dentro de sus disposiciones normativas ya sean penales o administrativas, mecanismos que buscan garantizar el bienestar, la dignidad y la integridad de los perros como parte fundamental de una sociedad quepromueve la convivencia respetuosa entre humanos y animales.
Este cuerpo normativo ha surgido como respuesta a la necesidad de erradicar prácticas de maltrato, abandono y explotación, estableciendo obligaciones claras para los tutores, autoridades y ciudadanos en general.
El bienestar animal se ha traspolado en un conjunto de condiciones físicas y emocionales mínimas que deben garantizarse para cualquier lomito bajo custodia humana.
El Derecho regulatorio para la protección de animales ha evolucionado buscando procurar las llamadas Cinco Libertades del Bienestar Animal, que constituyen un estándar internacional: libertad de hambre y sed; libertad de incomodidad; libertad de dolor, lesión o enfermedad; libertad para expresar comportamientos naturales; y libertad de miedo o angustia. Aunque éstas no siempre se mencionan explícitamente en la legislación, sí se encuentran implícitas en las normas que sancionan el maltrato y regulan el cuidado de los animales de compañía.
Es lo anterior; por lo que resulta imprescindible que desde un enfoque meramente legal, uno de los derechos fundamentales reconocidos a los perros sea el derecho a recibir un trato digno y respetuoso, lo cual implica abstenerse de causarles sufrimiento injustificado y otorgarles condiciones adecuadas de vida y ¿Cómo podemos lograrlo? Creando conciencia como un acto de justicia, para crear una tutela activa y efectiva dentro de los marcos regulatorios en materia de defensa de los derechos de los seres sintientes conciencia y difundiendo la cultura del respeto a los seres sintientes como lo son los lomitos, y sobre todo aprender a respetar sus derechos como lo es proporcionarles alimento suficiente, agua potable, un espacio seguro y limpio, servicios veterinarios cuando resulte necesario, así como medidas de prevención contra enfermedades. El incumplimiento de estas obligaciones constituye una transgresión al derecho a la vida libre de maltrato y violencia, transgresión que puede ser sancionada con una infracción o hasta con penas privativas de libertad a los agresores y/o violentadores.
Sirva este espacio para intensificar la conciencia humana sobre la protección efectiva de los perros y otros animales de compañía. La penalización del maltrato implica reconocer que los animales, aún sin ser considerados personas jurídicas, poseen un valor intrínseco y no pueden ni deben ser tratados como simples objetos, son seres sintientes.
Procuremos así que los lomitos tengan una vida digna con el derecho a ser identificados y registrados, conforme a la normativa aplicable en materia de control canino y salud pública esta identificación mediante accesorios como collar, placa o microchip no solo facilita su localización en caso de extravío, sino que además permite atribuir responsabilidad al tutor y/o cuidador, compañero de vida respecto de su mascota.
Pugnemos entonces que en el ámbito ético-jurídico, se regule la prohibición del sufrimiento a los lomitos al utilizarlos dentro de peleas clandestinas, explotación laboral inadecuada o prácticas con fines de entretenimiento donde se vulnere su integridad física o emocional. Este tipo de prohibiciones responde a la necesidad de construir una cultura en la que la diversión, el lucro o la negligencia humana no se antepongan de ninguna forma al bienestar animal.
Tengamos presente que el garantizar los derechos hacia los perros no sólo constituye una obligación moral y legal, sino también una acción que refleja el grado de civilidad que puede tener la sociedad hidalguense, por ende, la promoción de políticas públicas de bienestar animal, nos convertirán sin lugar a dudas en una sociedad más evolucionada y por supuesto una sociedad justa que procura a una especie de las más desprotegidas en el planeta.